Unos de los aspectos que María Santísima ha mostrado a sus fieles durante esta última etapa, ha sido sin duda el luto hecho luz.
Radiante como siempre, iluminada por los favores conseguidos a sus devotos, serena en su semblante, fiel a los designios del Padre, condescendiente con sus correligionarios, en definitiva fiel a la fe que propugna su hijo.
Esta es María de los Dolores de Capuchinos, vestida en azabache y oro nos muestra por la calles de su barrio y de Andújar la verdadera esencia del Cristianismo, seguir a su hijo como Salvador del Mundo.
Así es como ella pasea por la Corredera abajo hasta llegar a las inmediaciones del peso de la Harina,
paseando su palio, y siempre tras las estela de su hijo allá por el 12 de Agosto.
Entrando esta Maria por Serpiente, siguiendo al hijo confortado, en agonía y oración atravesando el arco de Capuchinos, pronto a Maestras.
Que poco falta Maria para enfrentarte a Maestras, segura que su capataz hace el trabajo designado a tal efecto. Y con ganas de encontrar a su hijo, enfila Capuchinos arriba de regreso a su Capilla, donde sabe a ciencia cierta se encuentra el esperado. El Cristo de la Agonia en el Huerto de Capuchinos.