Que semblante de sorpresa tallara D. Luis Aldehuela y que entrecejo también fruncido en la cara del Angel Reconfortador, para indicarnos lo que estaba apunto de acaecer.
Y como nó, que palma de mano abierta al cielo esculpiera el jovencísimo escultor para indicar la intencíón de Nuestro Señor Jesucristo ante la Voluntad del Padre.
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