Allá por el arrabal este de la
ciudad, allí por donde termina la corredera y aparece altivo el arco de Carlos
III, (que dio y da nombre a esa zona como la puerta de Madrid), existe una
blanca paloma pequeña sentada junto a su rebaño, bastón en mano pamela
guardando del sol a tan bello semblante, que viene a todo un barrio y afamado
pueblo de Andújar, a enseñarnos que está apunto de cumplirse el Quincuagésimo
día posterior al domingo de Pascua.
Día
de Pentecostés, Espíritu Santo, llama
encendida que viene a posarse sobre las cabezas de los Apóstoles
haciendo ver y saber a todos donde está la esencia del Cristianismo. Cristo
vive en nosotros, hagamos que ese día Lunes de Pentecostés no se apague la llama
viva depositada en nosotros. Que seamos llama viva para la Iglesia.
Como
no, esa pastorcilla divina, en su día de Pentecostés, abrirá la puerta de la
Capilla, para pasear por las calles del barrio que encierra también a su
hermandad hermana de la Oración del Huerto. Que ese día veamos todos los que
significa Pentecostés, y llevemos con orgullo la llama Divina que Jesús puso en
cada uno de nosotros. Acompañemos por el barrio a la Blanca Paloma.
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